Titulo: La soberbia juventud.
Autor: Pablo Simonetti.
Editorial: Alfaguara.
Género: Novela/Drama.
Clasificación: Todas las edades.
Valorización: 3/10
¿Cómo se supone que haga una reseña de Pablo Simonetti en mi blog?, un blog donde, se supone, mis reseñas van hacia los buenos artistas desconocidos con el propósito de mostrarlos al mundo… o al menos a los lectores que siguen mi blog. Pero parece que no habían notado que también mis reseñas son para alertar; advertir a los lectores de evitar libros tan malos, con historias tan simples, y personajes tan poco identificables, que solo logran ahuyentar a la gente lejos del mundo literario aun más lejos. Véase la temible reseña sobre el horrible libro de la autora española Cristina Martínez Pérez: “Medias Naranjas”, o la reseña dirigida al funesto libro del novicio escritor chileno, Hernán Rodríguez Matte: “Barrio Alto”, una historia tan mal manejada, con personajes tan planos y superficiales, que empiezo a creer en el asunto de que las editoriales a pago son cada vez más recurridas por estos autores.
Entiendo, también, que en el caso de ambos autores esas eran sus primeras novelas (y sinceramente espero que las últimas); pero no podemos evitar ponernos en el caso de que lo mismo pudiera suceder con un escritor reconocido, tanto nacional como internacionalmente, con una vasta y dilatada trayectoria, y fans lectores y admiradores por todo lo largo y ancho de nuestro país; como es el caso que, a mi parecer, a sucedido con este libro de Pablo Simonetti.
Primero que nada: no quiero que se malentienda el motivo de esta reseña. Pablo Simonetti es, y seguirá siendo, un gran escritor, cuyas historias me han entretenido por muchos años, pero también hay que saber ser neutral, poner los puntos sobre las íes, y exigirle algo más a aquellos llamados “genios de la literatura”, quienes ya tienen un nombre y, por este último motivo, pareciera que se mantienen vigente más por su pseudónimo que por el contenido de sus obras.
Este espacio está reservado para buenos autores novatos, como Andrés Valenzuela Donoso (El funeral del señor Maturana), o desconocidos al público general, como Jorge Baradit (Synco, Kalfukura, Ygdrasil) (¿Dices que Jorge Baradit es más que reconocido? Intenta que algún bibliotecario escriba correcto el nombre del libro Synco a la primera, veras que la primera falencia será que su apellido suele ser escrito con V). Pero, como ya lo decía antes, también está reservado para esas obras que, si bien no son funestas (Revoilusion), si pueden llegar a ser ridículamente sobrevaloradas sin motivo mas que la fama del autor (La drag asesina). Y este último, precisamente, es el caso de “La soberbia juventud”, de Pablo Simonetti.
Pero que mejor manera de justificar mis descargos y acusaciones que con una justa reseña, un elaborado análisis, y un bien argumentado fundamento final. Como en todas las reseñas, debo advertir, esta contiene spoilers, entiéndase adelantos y datos importantes de la historia que pueden afectar a quienes aun no lo leen y quieran leerlo; es claro que no revelaré el final, pero sí gran parte del desarrollo. Quedan advertidos. Echemos un vistazo a “La soberbia juventud”.
>>La historia nos es narrada a través de su protagonista, el escritor homosexual Tomas Vergara, quien la comienza en el momento en que asiste a un elegante y refinado evento social, una fiesta de alcurnia, junto a su más cercano amigo, igualmente homosexual, Camilo; un joven abogado y también una suerte de protegido del afamado escritor, pues fue en él quien el muchacho confió al momento de asumir su homosexualidad.<<
Oh, por supuesto, Tomas Vergara es escritor. Comenzó su carrera ganando un concurso de cuentos de la revista Paula, luego alcanzó el reconocimiento del mundo literario al escribir una novela en donde narraba las memorias de su madre desahuciada por una mortal enfermedad. ¿Les parece conocido? Debería… ¡¡¡Es el mismo Pablo Simonetti!!! Sí tan solo le faltó agregar que era fundador de una fundacion contra la discriminación.
Para los familiarizados con la narración del autor, comprenderemos que Tomas Vergara es el “personaje-capsula”. El personaje en el cual el autor se inserta en el mundo y sucesos que nos está narrando. Sabemos que esta es la mejor manera en que el autor nos puede narrar una gran obra. Sucedió con su primer cuento en el concurso de revista Paula: “Cerro Santa Lucia”, y sucedió en su obra más renombrada: “Madre que estas en los cielos”. Esto no supondría problema alguno, es un recurso habitual que suele repetirse en el mundo literario. Una manera más de narrar un buen relato.
El problema aquí, y quizás no lo creas, es que Tomas Vergara no tiene absolutamente nada que ver con la historia principal de la novela. Absolutamente nada que ver. Él relata los hechos, es la conexión entre todos los personajes, pero su presencia en la historia es únicamente facilitar la narración para el mismo autor; evitarle el desarrollar una manera más elaborada de correlacionar los personajes y los hechos que se suscitan.
Vuelvo a repetir, no tiene nada de malo narrar la historia de esta manera, absolutamente nada de malo; pero sí es malo cuando el personaje solo será una piedra en el camino, viendo como todos los demás arruinan sus vidas, viven amoríos y sufren grandes pérdidas, mientras él solo observa, observa, y sigue observando, sin que nada, absolutamente nada, suceda en su historia personal. Solo un mero recurso literario.
Al menos en “Madre que estas en los cielos”, la protagonista ES la protagonista, todo a su alrededor le afecta, lo sufre, incluso ella lo provoca. Lo mismo en el caso del cuento, el protagonista, quien también es Pablo Simonetti inmerso en ese ficticio suceso, vive una loca aventura, a causa de su curiosidad morbosa, y termina pagando las consecuencias. Pero nada de ello sucederá con Tomar Vergara, él podría ser reemplazado por una roca, una mascota o, simplemente, por nada, ya que su única función es facilitarle la labor al autor.
Sí hemos de decidir quién es el verdadero protagonista de la novela, sin lugar a dudas, seria Camilo: su amigo y protegido. Pues es él quien sufre más que nadie debido al desprecio del segundo protagonista, Felipe Selden. Camilo es quien sufre de amor, es quien levemente entra en la locura de la obsesión, y es quien termina auto-valorándose y respetándose, demostrándose a sí mismo, y al lector, que de nada sirve amar a alguien más si antes no nos amamos a nosotros mismos.
De hecho, la historia originalmente comienza con Camilo encontrándose a Felipe en un bar de ambiente homosexual. Antes de que Tomas conociera a Felipe en aquella fiesta de ralea alta, el joven abogado ya había hecho contacto directo con Felipe durante una bohémica salida con amigos, y es allí donde termina invitándolo a este especial evento, al cual Camilo decide ir con su mentor, Tomas Vergara.
>>En su ir y venir por la fiesta, Tomas y Camilo se encuentran finalmente con Felipe, un joven homosexual recién graduado de ingeniería en construcción. Tomas admite que la personalidad del personaje es bastante especial. Y sinceramente eso no es algo difícil de lograr en este mundillo. Si existe un punto en donde “La soberbia juventud” arrastre la bolsa pesado, es en las personalidades de sus personajes. <<
Podría intentar describirlos como profundos, novedosos, ingeniosos, o clásicos; pero la verdad es que todos, todos y cada uno de ellos no son más que clichés. Clichés tanto del mundo real como de otras obras. ¿No lo crees? Pues no pierdo nada en presentarlos.
Tenemos a Camilo, el típico joven enamoradizo, quien termina en un espiral de locura y auto-desprecio al ver como su amor no es correspondido, es más, es utilizado por el despreciable Felipe Selden. No puedes no decir que no tienes uno o dos amigos así. También, en menor medida sicótica, Camilo se asemeja férreamente a Franco Dumas, protagonista del libro “Franco Demente”.
Tenemos a Elvira, la típica amiga amachada, ahombrada, de actitud avasalladora y libertina. Puedes encontrar a una en cada grupo de amigos de cualquier homosexual.
Tenemos a Santiago Pumarino, el típico modelo de homosexual snob, arribista, experto en burlarse de las flaquezas y defectos de los demás y que siempre intenta aparentar algo que no es. ¿No lo ubicas? Te recomiendo pasearte por las cercanías del cerro Santa Lucia, levanta una piedra y encontraras diez iguales.
Incluso el segundo protagonista, Felipe Selden, es el típico cliché de homosexual, vagamente asumido, que intenta mantener la postura conservadora de su familia, dejando al mínimo de revoluciones su pública postura homosexual e intentando vivir de la manera más normal posible, apegado a los valores vacios que se le han inculcado desde niño. A Felipe puedes encontrarlos en cada relato de temática homosexual que te encuentres en alguna librería o biblioteca. Bajo otro nombre, pero siempre será el mismo Felipe Selden.
También tenemos a Tomas Vergara… no. Esperen. Nada pasa con él. Es una hoja en blanco sin nada que ofrecer. Nada, mas que la eterna interrogante de porque debemos recordar a un personaje más, y ver los hechos tan limitadamente desde su único punto de vista siendo que no tiene nada que ver con el avance de la trama en el carril, todo lo que nos cuenta son cosas de las que se entera mediante los demás personajes, ¡Sencillamente no puedo dejar pasar el hecho de la innecesaria existencia de Tomas Vergara en este mundillo!
Si existe un personaje que debiera ser el nexo entre todos los personajes ese debería ser únicamente Felipe. Es él quien termina, de una u otra manera, conociéndolos a todos, sufriendo por ellos y riendo junto a ellos, siendo engañado y utilizado. Esto se debe a que, aparte del cliché de su personalidad, Felipe es la representación del amor verdadero, y como, dependiendo de la persona y su postura, terminan siendo aprovechado, o rechazado, o utilizado.
¿Me explico más claramente? Esa persona tan especial que conociste en la media, que te hacia querer ir a la escuela y verla y admirarla por todas las clases, ese es Felipe. Esa persona, tan simpática y atenta con todos, que llama la atención donde quiera que vaya y sabes que está lejos de tus posibilidades, por lo que decides alejarte e incluso odiarla, es Felipe.
Felipe es la representación del amor; es la visualización babosa y sobrevalorada en la que todos solemos envolver a quien nos hace sentir mariposas en el estomago y hace que nuestro cerebro bombee más sangre hacia nuestra entrepierna. No importa como lo veas, todos los personajes lo tratan de una manera distinta, puesto que no todos pueden aceptar el amor de la misma manera, y eso es lo que lo convierte a él en el VERDADERO nexo que los une a todos en la historia. ¿Aun no lo crees? Pues sigue leyendo.
Podrías decir que no es malo, y es cierto, resulta algo novedoso, pero Pablo Simonetti lo termina convirtiendo en algo malo; y es que debido a la increíble idealización de Felipe por parte de los demás personajes, es que su personalidad no se desarrolla, o mejor dicho, no existe, solo está allí para vivir o que se le presente y actuar innecesariamente de la manera correcta en pos de mantenerlo como el modelo de conducta para conseguir la empatía del lector. Por desgracia, difícilmente puedes empatizar con algo cuya personalidad no es propia, sino que es más bien una construcción del resto de los personajes.
>>Durante la fiesta, Tomas y Felipe se vuelven amigos, esto debido a la admiración que Felipe siente por el escritor. Aprovechando la cercanía entre ambos, Camilo le pide a Tomas ayuda para conquistar a Felipe, conquistarlo definitivamente, puesto que hasta ese momento los encuentros entre Camilo y Felipe han sido meros encuentros sexuales fugaces, como si Camilo fuera el placer culpable en el perfecto mundo conservador del joven Felipe.
Tomas decide crear una pequeña fiesta, un pequeño encuentro entre amigos en su departamento, invitando a un par de sus conocidos para que Camilo invite a Felipe y acudan como pareja. Entre los invitados esta Elvira, una famosa y liberal poetisa, también un icono de admiración para Felipe. Comparten, beben, ríen, Camilo y Felipe terminan esa noche en la cama solo para que a la mañana siguiente este último lo desprecie como a una mosca. Como solía hacer cada vez que la eyaculación le quitaba todas las ganas de seguir a su lado… no sé como se suponía que el plan ayudaría en algo.
La insistencia de Camilo ante Selden, de hacer formal su relación, termina hastiando al joven conservador homosexual, quien lo ataca indicándole su poco amor propio y auto-respeto, palabras que llegan hasta lo más profundo de Camilo quien decide radicarse en el sur, mientras que Felipe inicia una sorpresiva amistad con Elvira y la pequeña hija de once años de esta.
La abuela de Selden, a quien Tomas y Camilo conocieron en la fiesta del inicio, decide que quiere construir una biblioteca en el patio de su gigantesca mansión, con el propósito de darle un justo sitio a sus múltiples libros y pinturas. Para eso necesita de Felipe, quien también es un ingeniero en obras pero se encuentra cesante, y de Tomas… supongo que por ser el “personaje capsula”. Sin embargo, Tomas rechaza la tarea y les recomienda un buen asesor literario, volviendo completamente inútil el simple hecho de haber intentado siquiera involucrarlo en algo mínimo en la historia.
Cuando la anciana mujer ve llegar sus últimos días y decide dejar toda su fortuna a nombre de su amado nieto, Felipe, pues siente que le servirá para poder liberarse del yugo de su madre ultraconservadora y homofóbica, y vivir su propia vida en plena libertad sexual. Para realizar el cambio en el testamento llama a Tomas, quien es completamente inútil para la labor, sin embargo también llama a Camilo, quien como buen abogado, aun enamorado en parte de Felipe, decide ayudar en secreto a realizar el cambio del testamento, mientras Tomas… solo observa. Todo esto enfurece de sobremanera a la madre de Felipe, pero el joven, ahora multimillonario, se desliga de las ataduras de su familia y parte de vacaciones, junto a Elvira y su hija, a recorrer Europa con todos los gastos por su cuenta.
En este viaje Elvira le presenta a Felipe a un viejo amigo, también homosexual, Santiago Pumarino, quien finge interés en Felipe solo por la posición social que este puede ofrecerle.
De manera inexplicable, Felipe se enamora de este despreciable y arrogante sujeto, dejando cerrada toda posibilidad de volver con el tierno y enamorado Camilo, quien se resigna a seguir su vida.
El drama final da inicio cuando descubren que Elvira planeó el hacer que Santiago y Felipe se enamoraran, con el fin de darle a Santiago lo que siempre ha querido, un lugar en la alta sociedad. Para cuando Felipe se da cuenta ya es muy tarde, Camilo a decidido rehacer su vida, dejando atrás su loca obsesión por el joven multimillonario, además Santiago tampoco dejara ir tan fácilmente a Felipe de su lado, utilizando a la pequeña hija de Elvira como moneda de cambio para asegurar su estancia en la mansión del joven, y así seguir siendo “alguien” para la alta sociedad. Todo esto mientras Tomas observa.<<
Como puedes apreciar la historia es bastante original en cierto sentido, resulta interesante, con giros sorpresivos que he decidido no revelar puesto que, sin importar mi opinión, esta obra es el trabajo duro del ingenio de un hombre, y eso basta para tener mí respeto.
Sin embargo, todo el merito que recibe la trama queda completamente opacado ante personajes planos, repetidos, nada originales, cuyas reacciones ya vemos venir desde que logramos unirlos con una línea al cliché que les corresponde. Sumándole también a este hecho el estar completamente limitados a la visión de un personaje-capsula, cuya intervención en el argumento en nula. Completamente nula.
Si te fijas bien, podrás entender que su aparición, o acciones, en varios momentos, podrían haber sido interpretadas por otros personajes en la plantilla.
Ya establecimos que el nexo que unía a todos los personajes debía ser Felipe, es más, la historia perfectamente debería ser contada desde su punto de vista. Él debería ser el personaje-capsula.
La cita en el departamento de Tomas, donde Felipe conoce a Elvira, pudo haber sido organizada solo por Camilo, en su hogar, y Elvira podría haber sido amiga de cualquiera de los otros invitados.
Cuando la abuela de Felipe quiso construir la biblioteca en su hogar no necesitaba llamar a Tomas, solo a Felipe. Y luego solo llamar a Camilo para que la asesorara durante el cambio del testamento. No había problema alguno. Ella y Camilo ya se habían conocido en la fiesta del inicio, y se llevaron muy bien desde ese momento.
No era necesario que Tomas nos contara su horrible experiencia del pasado para dejarnos en claro que Pumarino era el villano, bastaban dos frases del antagonista para que entendiéramos que ningún gay, en su sano juicio, sentiría algo por ese individuo, carente de empatía y cargado de desprecio por los demás… a menos que fuera bien dotado en otros aspectos.
La historia es entretenida, cumple su cometido. Pero solo cumplir su cometido no basta; menos cuando se recurre a recursos tan evidentes y a personajes tan repetidos para llevarla a cabo. Por lo demás, también es la obra menos emotiva del autor. Carece completamente de humor, y no es lo bastante dramática para no tener en su repertorio algún dialogo cómico o jocoso. Su nivel de emotividad queda reducido a nada cuando se le compara con otras obras del mismo género literario homosexual chileno, como “Huellas de traición” de Rodrigo Muñoz Opazo, “Adagio” de Eduardo García, o incluso con otras obras del mismo autor como “Madre que estas en los cielos”.
No es lo mejor que haya escrito el aclamado escritor, pero aun así llamó notoriamente la atención cuando salió a la venta, lo que demuestra el poder de una buena campaña publicitaria. Podría decirse que la fabula del traje del rey nos fue aplicada en esta situación.
Si eres fan de Simonetti sin duda adquirirás esta obra sin chistar. En caso de que no lo seas, y quieras conocer lo mejor de este autor, te recomiendo la ya mencionada “Madre que estas en los cielos”, o la clásica antología de cuentos.
La soberbia juventud, representa el desesperado intento de Simonetti de ingresar a una catalogación que aun no ha sido propiamente explotada en Chile, la literatura homosexual, en la cual se puede encontrar a grandes como Rodrigo Muñoz Opazo o Eduardo García. Dos escritores que han sabido ganarse un nombre en este género tan under, tanto con sus obras como con sus hechos, y no por agraciar a un grupo de lectoras de ralea conservadora, que se sobreexcitan fácilmente con solo echar un vistazo a un mundo ajeno al de ellas, como quien se asoma por unos instantes al zoológico.
Para concluir, muy a mi pesar, me queda informar que, posiblemente, esta solo sea la primera parte de una futura obra del autor; puesto que en las últimas páginas deja abierta la posibilidad de una reconciliación entre Felipe y Camilo, argumentando que eso ya seria “parte de otra historia”.
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