Libro: Barrio Alto.
Autor: Hernán Rodríguez Matte.
Editorial: Alfaguara.
Género: Novela/Drama social.
Clasificación: Mayores de 17 años.
Valoración: 4/10
Una novela para pegar una mirada a un mundo que quizás nunca conozcamos pero que tenemos al lado, o una escusa para que las clases altas se victimicen a sí mismas. De la pluma de Hernán Rodríguez nos llega esta obra, su primera novela. Un retrato sobre los jóvenes de clase más acomodada del país, hijos de grandes magnates, políticos y empresarios nacionales e internacionales, y como sus problemas existenciales no encuentran solución en el fondo de la billetera de sus padres.
El protagonista, Benjamín Ossa, un joven que lleva una vida vacía de carrete en carrete, drogándose consecutivamente con sus amigos y faltando a clases sin encontrar motivación en su existencia carente de sentido. Con una madrastra tan joven como él, una madre ausente y un padre que no puede con su creciente rebeldía, Benjamín decide emprender un recorrido a las poblaciones marginales y experimentar en carne propia, solo y lejos de sus inútiles amigos, la realidad detrás de la prisión de oro que representa su situación económica.
El escritor puede narrar de manera natural, comprensible y fluida el estilo de vida que se tiene en aquellos lares, la poca cordura con que los jóvenes se dirigen al resto, la comodidad innecesaria que se les otorga, así como también la manera en que se cubren escándalos de mayor envergadura entre políticos corruptos y apitutados.
Ahora los puntos sobre las íes.
¿En verdad a alguien le interesan los problemas existenciales de un jovencito “hijo de papi” con todo el dinero que pueda pedir a su alcance y que se deprime por no tener un norte?
A eso no se le llama falta de un norte, a eso se le llama tener mucho tiempo libre, y droga, para pensar.
Mi crítica tan negativa no va solo del hecho de que el autor haya elegido una historia que a nadie puede interesar. Porque, sinceramente, si no vives de Vitacura hacia arriba preferirás pasar por alto esta oda al desconformismo injustificado. Desde el principio se intenta que nos interesemos en la vida de un joven haragán que falta a sus costosas clases por sentirse mal, no hace otra cosa que drogarse con sus amigos y esperar que la cena se le sirva en bandeja. Creo que el autor estaba al tanto de que pocos tendrían conocimiento de la naturaleza de ese mundo, y debido a eso pasa la mitad del libro tratando de explicar el día a día que rodea a los jóvenes a modo de lograr identificar al lector, inútilmente, con alguno de los protagonistas; haciendo referencias a personajes famosos como políticos o millonarios conocidos. Cuando, finalmente en la página 110, la historia parece tomar rumbo y avanzar, el autor trata de insertar al protagonista en un mundo en el bajo mundo de las comunas periféricas y en riesgo social de la capital. Un mundo tan desconocido para el protagonista como para el mismo escritor, por ende no sabe como describirlo y la estancia del personaje termina siendo relativamente corta, aunque sí muy reveladora.
Resulta que cuando un escritor quiere escribir algún tema o lugar en específico, lo mínimo es documentarse en persona sobre el tema en sí, visitarlo, conocerlo, y no simplemente ver películas baratas sobre rotos y flaites delincuentes.
El paso del protagonista por las poblaciones marginales y la penitenciaria pasa completamente desapercibido para el lector y cuando menos se lo espera ya el libro se acabó. Con un final tan flojo como predecible, donde unas gotas de drama poco conmovedor parecen haber sido esparcidas en las últimas paginas. Se puede notar que el autor cometió el error de hacer más largo el estado de letargo y seguridad del protagonista y acortar su búsqueda interior.
Otro punto odioso, y tedioso, resultan ser los diálogos, los cuales resultan ser miserables meditaciones filosóficas de los protagonistas cuando se encuentran drogados. En un inicio no se siente una afinidad entre ellos pues sus diálogos no tratan de su vida, sino de analizar el entorno en general y la sociedad. Desde puntos de vista que uno vive en carne propia, mientras para ellos, y para el autor, son simples teorías que convierten los diálogos en torbellinos que no llevan a ninguna parte. Debido a eso pareciera que más que amigos de toda la vida solo se soportan por no tener a quien más recurrir.
Cuando leí la reseña de Felipe Bianchi sobre el libro, la cual viene incluida justo atrás del mismo, en donde menciona que el libro lo había leído en tres horas; pude comprobar que efectivamente uno puede leerlo en ese tiempo, a gran velocidad y a la vez sin miedo a perderse algún detalle relevante en la historia. La cual en general no es nada interesante.
Por sus malos personajes, carentes de carisma y empatía con el lector y a la vez resultan ser idénticos uno de otro, su pésima narrativa y una historia que no enganchara a dos tercios de la población chilena, este libro es mejor dejarlo reposar en estanterías de la biblioteca pública, o solo comprarlo cuando las librerías lo tengan en oferta, una muy buena oferta. Sin embargo, como acabo de mencionar, un tercio de la población sí querrá este libro, quizás como una escusa para manera insignificante de sentir lástima por ellos mismos en sus costosas y lujosas mansiones de oro y diamante, ubicadas en los andes, es por eso que no lo desvaloró al nivel del libro Medias Naranjas, de la escritora española Cristina Martina Pérez, el cual puedes encontrar como la cuarta de mis reseñas.
No hay comentarios:
Publicar un comentario