miércoles, 22 de octubre de 2014

Reseña #7: Medias Naranjas.

Libro: Medias Naranjas.
Autor: Cristina Martínez Pérez.
Editorial: Odisea.
Género: Novela/Comedia.
Clasificación: Mayores de 18
Valoracion: 1/10



La licenciada en traducción e interpretación de la universidad de Salamanca, Cristina Martínez Pérez, nos trae su primera novela con la cual consiguió quedar como finalista en el XI Premio Odisea de Literatura.
Lo que inicia como un pequeño relato en el computador de la autora termina siendo una elaborada obra que reúne a cinco amigos para contarnos todas sus experiencias desde el inicio de su amistad hasta tres años más adelante en el que esta parece a punto de disolverse.
Sinceramente, traté de hallar el lado positivo en esta obra pero, definitivamente, no lo encontré. La narración es sencilla y clara, tan sencilla que en reiteradas ocasiones repite las mismas palabras una y otra vez sin siquiera tomarse la molestia de buscar sustantivos aunque sea en el corrector de Word para poder desatascarnos de una pronunciación tediosa en nuestras mentes.
De alguna manera, y sin motivo alguno, la autora pretende que nos interesemos en la vida de cinco desconocidos que se hacen amigos por azares del destino, tomando su vida desde un punto cualquiera y finalizando de igual manera el relato en un punto cualquiera. Sin pies ni cabeza. Si bien durante el transcurso del libro los protagonistas toman grandes decisiones y viven una que otra desventura, no son lo suficientemente importantes para que el lector, quien sin duda enfrenta mayores retos en su vida rutinaria, se interese en lo que le sucede a un huérfano indeciso, una enfermera cobarde, un gay reprimido, y otros personajes que rayan en lo innecesario.
Resulta lógico criticar duramente una historia que no engancha, que debido a su “único” estilo de narración, la autora te hace revivir una y otra vez la misma historia desde el punto de vista de distintos personajes sin significar esto un cambio de verdad, sin traernos una revelación más que el simple hecho de saber que un personaje vino por una calle y el otro venia por la otra. Esto vuelve a la narración lenta, sosa y repetitiva. Todo eso sumado al hecho de que, al parecer, la autora pensaría que todos veríamos lo que ella veía al escribir su obra, pues salta de un personaje a otro sin previo aviso, casi sin respetar las pausas ni dedicarle un buen trozo de capitulo a un personaje para engancharnos en su drama personal. Ella solo salta de un personaje a otro y solo al momento de escribir su nombre, o por iniciativa propia del lector mediante un dialogo, te das cuenta de que ya no estás con Ana inaugurando su hotel sino con Luis saliendo del closet.
Los personajes son piezas de ajedrez ubicadas al azar en un tablero donde nada relevante ocurre, solo en la mente de la autora. Un libro para nada recomendable que aun me tiene preguntándome el porqué de su catalogación para mayores de 18 si incluso carece de erotismo.
¿Sera por las despampanantes curvas de la rubia pareja del protagonista?
¿O por el hecho de que uno de los personajes resulta ser homosexual?
Nada que los jóvenes no vean en sus programas juveniles de verano.
Pero, más que nada, me hace preguntarme sobre cuáles son los verdaderos estándares sobre el que el jurado del Premio Odisea de Literatura se basa para elegir y premiar los cuentos que le llegan en cada certamen.

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