Titulo: Jardín.
Autor: Pablo Simonetti.
Editorial: Alfaguara.
Género: Drama.
Clasificado: Todas las edades.
Valoración: 6/10
Pablo Simonetti, el mismo que nos conmoviera con el clásico título
“Madre que estas en los cielos”, y que más tarde nos hiciera sentir estafados
con la infumable “La Soberbia Juventud”, nos deleita ahora con una historia que
nos hace recordar su particular estilo, único, emotivo y atemporal, alejándose
de personajes y situaciones populares y contemporáneas, y trayéndonos una
historia llena de encanto y emotividad.
Luisa Barbaglia, viuda de setenta y seis años y protagonista de
esta historia, se encuentra, de un momento a otro, en la penosa necesidad de
vender su hogar a causa de una constructora que planea derribar todo el barrio
en el que ha visto pasar su vida en aras del progreso. De la noche a la mañana,
se ve forzada a renunciar a los recuerdos de cuarenta y siete años de vida en
ese hogar, siendo el mayor tesoro, y su más dolorosa perdida, su precioso
jardín, lleno de rosas, azaleas, rododendros, lilas, violetas, y un centenar
más de otras especies, a las cuales les ha dedicado tanto tiempo, cariño y paciencia,
como a su propia familia.
Finalmente, cuando la matriarca de la familia decide entregar su
jardín en partes iguales para sus tres hijos: Franco, Fabiola y Juan, será este
último, el menor del trio y narrador de los acontecimientos, quien deberá asegurarse
de que la soberbia y el desapego por la familia de su hermano Franco, el hijo
mayor, no terminen rechazando y destruyendo su parte del jardín, destruyendo
sin saberlo una parte del corazón de su propia madre.
El amor por los recuerdos, el apego a lo simbólico, la soberbia,
la codicia, y una serie de rencores del pasado, saldrán a flote en cada uno de
los encuentros de los hermanos, sin percatarse de los terribles y mortales
efectos que esto ocasiona en su anciana y decaída madre quien, ante todo, buscara
la unión y la paz de sus tres hijos por sobre el bienestar personal.
Técnicamente, quizás no haya mucho que decir de la obra: es corta,
excesivamente corta, rellenado únicamente por el tamaño de las letras, la
predisposición diagramada de las palabras, y unas preciosas ilustraciones de
flores entre cada capítulo, de la mano de José Pedro Godoy, por lo que es una
obra fácilmente digerible e igualmente disfrutable, capaz de ser acabada en una
tranquila tarde de lectura. La predisposición de personajes es perfecta, y los
eventos que en ella suceden claman a la emotividad y sentimentalismo del
lector, de una manera como solo el autor nos tiene acostumbrados.
Podemos, de igual manera, asumir que Jardín es claramente una crítica
a nuestra sociedad, principalmente respecto a cómo en esta no parece haber un
espacio para los adultos mayores, quienes ven pasar sus últimos días intentando
no entrometerse en la velocidad de la rutina diaria, sin derecho alguno a poder
elegir y/o compartir su opinión personal, la cual es desvalorada por el resto
de nosotros; tal como el popular escritor Luis Seguel Vorpahl intenta denunciar
en sus excelentes obras “Otoñal” y “Cállate viejo e’ mierda”.
Dicho todo esto ¿es Jardín una buena historia? Pues absolutamente,
es emotiva, reflexiva, y completamente alejada del estilo frio, estéril, y
vacío que el autor trató de imponer en su anterior trabajo, “La Soberbia
Juventud”; sin embargo, peca de poseer una corta duración, y de no profundizar
intensamente en el pasado de los personajes, como lo hiciera en anteriores
trabajos, impidiéndonos conocer a fondo los distintos dramas que dividen a la
familia a excepción de la rivalidad entre Juan y Franco.
Y finalmente ¿esta Jardín comercialmente sobrevalorada? Pues…
puede que absolutamente sí. Para ser una obra sumamente corta, con una idea
que, aunque buena y noble, como lo es denunciar la falta de sensibilidad de la
sociedad actual para con el adulto mayor, es algo que ya se ha visto antes, y
en mejor escala, por lo que el constante bombardeo de publicidad que hemos
tenido de ella por televisión, radio, internet, y anuncios en la locomoción
colectiva, me parecen completamente exagerados e injustificados.
Sin embargo, esto no altera en lo más mínimo la calidad final del
producto, solo nos demuestra lo mucho que una editorial se preocupa en
distribuir su material, lo que sin duda es un buen ejemplo para todas las demás
editoriales, las que parecen constantemente quejarse sobre lo alejado que se
encuentran los chilenos de la lectura pero no parecen intentar nada para
evitarlo ¿Se les ha ocurrido alguna vez idear una estrategia de campaña decente
para los lanzamientos de sus obras?
Obras como Jardín, o Logia, son un buen ejemplo de que, sin
importar la calidad o duración de la misma, con la publicidad adecuada lograran
pegar fuerte en la mente de los lectores y los no lectores del país…
especialmente Logia, la cual es una porquería de historia. Saludos y nos leemos
en la siguiente reseña.
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